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miércoles, abril 15, 2009

¿A LA VEJEZ, VIRUELAS?



El vello se me eriza cuando por mi mente pasa fugazmente, la idea de que dentro de poco esta frase no podrá ser pronunciada por labios ningunos.


El dicho viene del título de una comedia estrenada en 1824. La viruela era una enfermedad que afectaba a niños y adolescentes, pero no a ancianos. Los protagonistas de la obra eran, precisamente, dos personas mayores. El argumento: los dos personajes se enamoraban tardíamente. Por esto, la frase se refiere a aquellas personas que al envejecer tienen comportamientos más propios de la juventud.



En la actual coyuntura, y también en aquella en la que posiblemente viviremos y vivirán todas nuestras generaciones venideras, ¿cabrá acaso atreverse a articularla? Creo que no.



El precio aproximado de la estancia de un anciano en una residencia, es de más de 1000 euros al mes. ¿Quién se lo puede permitir? No obstante, las listas de espera son largas y las instalaciones no valen aquello que piden. ¿Se estarán aprovechando de la decrepitud del ser humano cuando envejece? Sinceramente, no lo se, pero me parecería muy ruín hacer negocio de esta tara.


Sabido lo que me costará vivir dignamente cuando sea mayor (espero llegar) supongo que mi mayor preocupación será la de conseguir dinero, y ¿qué pasará con aquellos que no puedan permitirse este lujo?





Hace un tiempo, el Estado daba unos bonos para las residencias, que para variar, llegaban a veces cuando la persona ya había fallecido. Estos bonos permitían ingresar en las residencias. Mientras llegaban, la familia se ocupaba del mayor.



Pero ahora los bonos ya no están. ¿Qué ocurrirá dentro de unos años entonces?


La población es cada vez más vieja, la vida ha cambiado y mucha gente opta por vivir sola. Las residencias tendrán una demanda increible de aquellos que puedan permitirse el lujo de pagarlas, y claro, con el aumento de la demanda es posible que los precios suban. ¿Cuánto dinero se supone que habríamos de ingresar en un fondo de pensiones para cubrir este tremendo gasto en nuestra vejez? ¿Habrá ancianos que se queden solos?



Con tantas preocupaciones, ¿cómo osar a pronunciar que a la vejez, viruelas?

Mientras tanto, en lugar de procurar cuidarse, muchos ancianos van a buffets libres (alegando un bajo presupuesto) con su pastillero bien cargado de pastillas de multiplicidad de colores, y se ponen morados.

En los pueblos, mi abuelo comenta que en vez de realizar actividades como pasear u otras de índole intelectual (aunque sea realizar autodefinidos, que previene el alzeimer), se dedican a acudir al bingo del mismo Hogar del pensionista, y a pasarse cuatro horas sentados y encerrados. Casi que valía la pena lo que ocurría cuando yo era pequeña: las abuelas sacaban sus sillas a la puerta de la casa y se pasaban la tarde hablando de fulanita y de menganita, y cuando pasabas, te preguntaban que de quién eras tú.

Tendríamos que empezar a mentalizarnos de cuidarnos más, al menos para prevenir lo que pueda acontecernos de aquí a unos a años. No sólo es importante nuestro cuerpo, sino también la cocorota. Afortunadamente, aunque el gobierno haya quitado los bonos de ayuda para las residencias, todavía nos queda la gimnasia para la tercera edad, la Universidad Popular, y la Nau Gran para intentar evitar que nos haga falta ingresar en uno de estos centros.



Águeda Almudena Llorca Bravo.

4 comentarios:

  1. Pensar en la vellesa sol angoixar...

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  2. Em va fer pensarho la peli de 53 dies d hivern..

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  3. quien piensa en lavejez,sobretodo cuando no es la propia,que abandono.un saludo compañera de oficio.un beso cielo

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  4. Soy Karoleta, de Elmiercolestoca.
    Agradecemos que nos hayas 'linkado' en tu blog. Y me encantan las reflexiones que nos permites leer.
    Saludos

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