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sábado, noviembre 28, 2009

UN BON ANY


UN BON ANY


De vegades tinc la sensació de que no avance res, de que no evolucione, de que ni tan sols millore un poc com a persona. Però hui he fet repàs a aquest últim any i m’he n’he adonat de que eixa no és la realitat, sino una de ben diferent.



He trencat amb amistats viciades de tant donar però no rebre res, he deixat prejudicis enrere, he regalat a l’oblit la vergonya per haver sigut com vaig ser, per no haver actuat d’aquesta o altra manera. Si no ho vaig fer és perquè no podía, perquè no sabia. I no és una excusa, simplement és cert.



En altres escrits d’antany, he deixat ben clara la meva creença en la predisposició humana, però el que no imaginava és que tan forta fos tal propensió.



Tanmateix, el cas és que enguany també he conegut personetes d’allò més especial. Aquesta paraula és ben amplia, i de fet entre elles no s’assemblen gens. Les últimes “adquisicions” són potser les millors. Compromeses, encantadores, llestes i també intel•ligents. Diferents, desinteresades, persones que donen sense demanar res a canvi. I em senc bé, especial.



M’inciten a fer més, a buscar informació, a millorar corregint-me amb dolç tacte. I em pregunte: i per qué a mi? M’emociona pensar que hi ha gent que val la pena, persones que em veuen com soc, éssers que eviten que em plantege que potser jo tinc la culpa de que m’entenguen d’altra forma.



Tal vegada aquesta nova millora vinga donada per un canvi en la meva predisposició? No ho se, però la qüestió m’anima a seguir endavant,  i a mirar amb més deteniment allò que m’exigeixc, allò que aconsegueixc, allò que tinc, i en definitiva, allò que sóc.

PRINCIPIS NO TAN ANTIQUATS



“Primero la obligación y luego la devoción” o “con chicos no vayas, que te distraes de los estudios”. Que algú em diga que no ho ha sentit dir això. Mil voltes ho he escoltat jo i mil voltes més he renegat d’ aquestes frases. El pitjor de tot? Que són certes.



Que haja hagut de complir els 21 per adonar-me’n d’açò, té delit, però ser conscient de que els principis antiquats dels nostres avis tenen raó de ser, se m’entoixa més greu encara. Us conte:


Fa unes setmanes vaig assabentar-me d’una sèrie de comentaris que certa persona a qui estimava havia fet de mi. Verificades, constatades, i malauradament confirmades les informacions, vaig pillar un cabreig d’aquests considerables.


Donat que no podia delatar la meua font sense posar en perill la seua amistat i enviar a fer punyetes la meua paraula d’honor, vaig optar (si és que per això es pot optar) per deprimir-me i omplir-me d’aquesta sensació tan desagradable anomenada impotència.


Com a conseqüència de la esmentada depressió vaig ser incapaç de realitzar un assumpte de treball, si no de vital importància, prou rellevant per a mi. La concentració em va abandonar com si el meu cap fos paradís estrany per ella, i vaig pensar: una persona que jo trie estimar ha de ser qui em fastidie el curro que tant he anhelat? Patutia, vaja que no estic disposta, el que va davant, va davant.


Si aquest estat s’hagués donat per algun fet important com la mort d’un ésser volgut, o per l’enuig d’un familiar, o en definitiva per alguna cosa que jo no hagués pogut escollir, doncs val, m’autocompenediria i em faria un poc la víctima (si de cas, que no és tan còmode). `Però clar, en aquest cas no podia, tocava fotre’s .


Així que he optat per la decisió més pràctica encara que també més dura: deixar d’estimar eixa persona. En eixe procés estic, i vaja si fa mal , però aixó sí, ara puc queixar-me.


- Aisss!

viernes, noviembre 20, 2009

CASA DE MUÑECAS. Ibsen



CASA DE MUÑECAS. Henrik Ibsen. Traducción de Alberto Adell.
Alianza Editorial. Madrid, 1989, 2008.


“Existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes, una del hombre y otra de la mujer. Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres. [...] Una mujer no puede ser auténticamente ella en la sociedad actual, una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas, con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino.” Estas palabras que  Henrik Ibsen dejó plasmadas en sus Notas para la tragedia actual, son de gran utilidad a la hora de comprender Casa de muñecas, quizás la más polémica de sus obras.
Así pues, el drama fue escrito durante la madurez de su autor, a medio camino entre Italia y Alemania, y en un contexto social característico. La sociedad occidental de 1880 era masculina, misógina, y basaba sus principios en los fundamentos de la familia tradicional, en la que el marido encarnaba al cabeza de familia, poseyendo para tal condición, una autoridad casi divina.
Casa de muñecas constituyó entonces, un auténtico escándalo para esta comunidad. Hubo sectores que acusaron a Ibsen de atacar a los “fundamentos de la familia”, las bases sobre las que se alzaban el orden jurídico y sus consecuencias sociales, morales, y económicas. En cuanto a las mujeres, tuvieron la oportunidad de escoger a Nora, la protagonista, como modelo a seguir.
Fue tal la controversia y la sensación que la obra generó, que Ibsen se vio obligado a escribir un final alternativo al original. Sin embargo, la polémica no decreció, y en numerosas ocasiones se ha variado en función de los valores del responsable de la dramatización.

Casa de muñecas se encuentra estructurada en tres actos, el primero de los cuales presenta a los personajes y plantea el dilema. El segundo es angustioso y la protagonista se debate entre la exasperación y la duda. En el tercero tiene lugar el clímax de la obra: la rebelación de Nora.

La trama gira entorno a la protagonista, inspirada en una escritora noruega muy influida por Ibsen, Laura Kieler, cuya historia personal se asemeja enormemente con la de Nora.
Tanto Nora como Laura mienten por amor. Falsifican la firma de sus padres con el fin de recibir un aval para el  préstamo con el que salvar la vida de sus enfermos maridos, pero son descubiertas. Aunque en Casa de muñecas Nora abandona el hogar familiar, Laura Kieler acabó sus días en un psiquiátrico, divorciada y separada de sus hijos.
Al comienzo de la obra  (aunque sin caracterización alguna) se presenta a Nora como una mujer dócil y conformada, complaciente con su marido, infantil, poco útil e incluso poseedora de una psicología misógina exasperante, puesta de manifiesto entre otros, al consentir dócilmente que su marido le atribuya apelativos tan cariñosos como “chorlito”. Sin embargo, al presentar el dilema en el que se encuentra, Ibsen consigue cambiar esta primera impresión causada, pues Nora es inteligente y sacrificada, y puede que más parecida a la Madame Bovary de Flaubert.
La escena  final de la obra es el momento en que más definida se encuentra su personalidad, cuando después de ser descubierta por su esposo y ante la reacción de él, plantea el verdadero problema del matrimonio y decide marcharse. Juega aquí Ibsen con los conceptos de libertad y de verdad, principios según él, de todo teatro, y “las verdaderas columnas de toda sociedad”.

El estilo de Casa de muñecas es sencillo, los personajes no emplean un lenguaje recargado, sino otro que pone de manifiesto su forma de pensar. Es importante también el uso de los símbolos en el drama, pues uno de ellos, la muñeca, es el que le da el título. Destacan asimismo las referencias a animales y el disfraz.

De esta obra, se han realizado hasta cuatro adaptaciones cinematográficas, e incluso algunos escritores y críticos han considerado Casa de muñecas como la primera obra teatral feminista.

Así pues, con Casa de muñecas Ibsen denunció a su sociedad, le enseñó su inútil justicia, y la puso en evidencia demostrando que tanto mujeres como hombres debían ser iguales. Y con  palabras de la propia protagonista, anunció que las mujeres “debían pensar por si mismas y ver con claridad las cosas”.



martes, noviembre 03, 2009

EL JUGADOR. Dostoyevski

Como toda narración, El jugador es un relato en el que se manifiesta el particular modo de ver la vida de su autor. Por esto mismo, ha de tenerse en cuenta en qué contexto y bajo qué circunstancias se escribió la novela.

Así pues, la atmósfera de Dostoyevski no es otra que la Rusia del XIX, una sociedad rebosante de complicaciones que abarcaban desde la política, hasta los planteamientos existencialistas o la crisis de valores.

Asimismo, la obra fue escrita bajo una cierta presión, pues el autor se encontraba prácticamente arruinado, y estableció con un editor, el compromiso de presentarle una novela en el plazo de un año. De no ser así, debería cederle todos los derechos de su obra. El relato fue entregado dos meses antes de que el plazo expirase, y para su realización, Dostoyevski se valió de los servicios de una mecanógrafa, a la que le dictó cada palabra. Al poco tiempo de editarse el libro, se convertiría en su esposa.

En esta obra además, Fiodor describe su vivencia amorosa con Polina (una mujer que ciertamente existió), así como su experiencia y conocimiento del mundo del juego.


A lo largo de un total de 17 capítulos, el maestro ruso cuenta una historia (en pocos días) ambientada en Alemania (concretamente en Ruletemburgo, ciudad imaginaria). El protagonista de la trama es Aleksei Ivanovich, el tutor de los hijos del general Zagorianski. Este último es un militar endeudado que se aloja en un hotel junto con su interesada amante, su hijastra (Polina), y cómo no, con su principal acreedor. Para saldar sus deudas, el general espera la muerte de su tía, de quien obtendrá una herencia. Pero no sólo no muere la susodicha, sino que se presenta de improvisto en el hotel y dilapida todo su patrimonio en la ruleta.

Como consecuencia de los hechos de la anciana, el general se queda sin la herencia, y su amante, Blanche, lo abandona. También pierde la dote Polina, su nieta, a la que Ivanovich intenta ayudar. Con el anhelo de conseguir tal fin, apuesta en la ruleta el resto del dinero que le queda, pero los aberrantes beneficios le ciegan, y acaba renunciando a su amada para marcharse a París con madeimoselle Blanche.

El relato adquiere un ritmo trepidante a partir de la llegada de la anciana tía, una mujer terca, caprichosa y autoritaria. Sin embargo, estas características no hacen que deje de ser un personaje entrañable, pues es generosa con los pobres, y tiene sus propias convicciones. Como el resto de protagonistas, posee una personalidad muy marcada y una psicología propia.

Llegados a este punto, cabe destacar la influencia de esta visión psicológica y novedosa otorgada a los personajes, en autores como Nietzsche o Zweig, el último de los cuales considera a Dostoyevski como «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos».

Encontramos, por lo tanto, perfectamente caracterizados, a Des Grieux, el general, Polina, mademoisille Blanche, sir Astley, la vieja tía, o al propio Aleksei.

En el personaje de Des Grieux se hace patente la animadversión de Dostoyevski hacia los franceses. Para referirse a él emplea expresiones como “francesito”, “gallito”, o “franchute”, y le otorga adjetivos tan poco positivos como “petulante” y “mordaz”. Sin embargo, no es la única referencia xenófoba que el autor hace en la obra, pues el relato está plagado de “polaquillos” ladronzuelos y aprovechados.

El general por otra parte, encarna lo contrario al ideal de militar de su tiempo. Es un personaje histrionizado, incapaz de controlar sus sentimientos hacia Blanche, y protagonista de escenas febriles y delirantes.

Polina es caprichosa y ambivalente, y Blanche sumamente interesada. Con sir Astley es con el único con el que se muestra condescendiente Dostoyevski. Este inglés despierta las simpatías de la tía y también las del protagonista.

Ivanovich es el personaje con mayor profundidad psicológica, debido a que el relato está escrito en primera persona. Padece ludopatía y expresa continuamente su adicción al juego y lo que siente con dicha dependencia.

Para conseguir todo lo anterior, el autor se vale de un estilo sencillo, cínico y directo, en el que abunda el diálogo y la crítica social. No obstante, cabe destacar que en esta edición dicho estilo se ve mermado por la carencia de explicaciones o aclaraciones idiomáticas, o incluso contextuales. Abundan las frases y expresiones en francés, y las cantidades de dinero, aunque exactas, no permiten hacerse una idea de lo que los protagonistas ha despilfarrado.

Al igual que de otras obras del autor como El Idiota o Los hermanos Karamazov, de El jugador también se han realizado adaptaciones cinematográficas. Asimismo, fue la base de una ópera de Prokófiev.

El personaje principal recuerda a los protagonistas de los relatos de autores contemporáneos como Fante, Sharpe, o incluso Mendoza, caracteres críticos, ácidos, y con múltiples carencias.

En definitiva y a modo de conclusión, este relato no es más que otra obra maestra de Dostoyevski, y un interesante recorrido por las adicciones e inquietudes del ser humano.